martes, 22 de julio de 2014

¿Ciencia estúpida? el microbioma de los móviles

En el año 2010, un estudiante de Stanford, Timothy Julian, publicó en Journal of Applied Microbiology un artículo en el que nos ilustraba algo que es de sentido común: que los teléfonos móviles están llenos de bacterias y virus y que el 30% de ellos pasan a nuestras manos. El titular esa vez fue: tu móvil tiene 18 veces más bacterias que la cadena del vater. Normal, se usa más el móvil que la cadena (aunque decir cadena a estas alturas es ridículo cuando todos los inodoros son de botón). Bien, es un primer artículo, es un estudiante. Las conclusiones son obvias pero bueno...

2014 viene un grupo de la U. de Oregón a decirnos lo mismo, pero con más datos, "más mejor", sin embargo las conclusiones y sobre todo, la pregunta que trababan de contestar es totalmente decepcionante.

Para ello hacen secuenciación masiva del dedo pulgar y del índice así como de sus móviles de 17 personas y a partir de ahí a escupir datos. Eso si, datos que no explican nada y que no sirven para nada. La conclusión es que tenemos en el móvil las mismas bacterias que en nuestra piel... vaya, menuda conclusión.

Los investigadores se quedaron intrigados con un dato. Los móviles de las mujeres tenían una mayor presencia de determinados géneros de actinobacterias. Pero lo que les desconcertó del todo es que su grado de conexión microbiana era mayor que entre los hombres, con porcentajes de coincidencia mayores. Los biólogos no tienen respuesta a este último hecho, aunque todo parece indicar que está relacionado con el posible mayor uso del móvil por parte de las mujeres.

Cuando en ciencia lees "todo parece indicar que..." es que no estás leyendo ciencia. Lo que realmente hace que me enfade son las justificaciones para este estudio: De lo que se trata, en esencia, es de poder llegar a utilizar los smartphone como sensores bacterianos y del estado de salud de los usuarios. 
Otros usos podrían incluir la tecnología de secuenciación en tiempo real para realizar el seguimiento de los teléfonos móviles de los trabajadores sanitarios y de las visitas hospitalarias y evitar así que transporten patógenos al interior de las instalaciones médicas. Esta tecnología también podría utilizarse como chivato ante una potencial amenaza biológica o frente a fuentes inusuales de microbios. Cuando leo esto no puedo más que exclamar WTF!. ¿Utilizar el smartphome como un sensor bacteriano? ¿Y cómo lo vas a hacer? lo único que veo aquí es que has juntado "smartphone" y "bacterias" en la misma frase. La siguiente frase ya es de aupa: "incluir la tecnología de secuenciación en tiempo real" ¿Qué cojones es esto? o sea, que entras en el hospital y se secuencia el microbioma de tu teléfono móvil, en tiempo real, y que te avisa de si estás entrando con una bacteria peligrosa?. ¿No sería mejor obligar a que los visitantes del hospital se higienizasen las manos?. Lo de "utilizar esta tecnología como un chivato frente a una potencial amenaza biológica" ya es ganas de justificar tu investigación y querer arrimar tu sardina al calor de los fondos para prevenir el bioterrorismo. En fin, un truño de investigación.

A este tipo de investigaciones se le conceden cada año los Premios Ig Nobel, también llamados los anti-Nobel. Estos premios se otorgan en Boston, todos los años en una ceremonia que es una sátira de la que se realiza en Estocolmo. Para ganar hay que realizar un estudio que "no se pueda, no se deba reproducir" "que hagan reir a la gente y luego hacerla pensar". 

La ciencia siempre pagaEn septiembre de 2009 un artículo en The National titulado "El lado noble de los Ig Nobel" dice que, aunque los premios Ig Nobel son una crítica velada de la investigación trivial, la historia ha demostrado que las investigaciones triviales a veces conducen a descubrimientos importantes.


Un estudio que muestra que el mosquito que transporta la malaria se siente atraído por igual al olor del queso Limburger como al olor de los pies humanos

Por ejemplo, en 2006 un estudio que muestra que el mosquito que transporta la malaria (Anopheles gambiae) se siente atraído por igual al olor del queso Limburger como al olor de los pies humanos había ganado el Premio Ig Nobel en el área de la biología. Como resultado directo de estos hallazgos, este tipo de queso se coloca en lugares estratégicos de las naciones del África para combatir la epidemia de la malaria. La importante contribución que de forma inadvertida hizo este estudio hacia la preservación de la vida humana pone en relieve la importancia de compartir los resultados experimentales, independientemente de los usos previstos en dichos resultados.

Andre Geim, quien en el año 2000 recibió el premio lg Nobel de física por hacer levitar una rana en un campo magnético, y posteriormente en el año 2010 el premio Nobel de Física junto con Konstantín Novosiolov por el estudio del grafeno.

Referencias:
http://www.sciencedaily.com/releases/2014/06/140624093314.htm
http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.1365-2672.2010.04814.x/abstract
https://peerj.com/articles/447/

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