lunes, 17 de marzo de 2014

Elogio del cuco


Cuadro de Nando Lestón, pintor carnotano y pseudoamigo

La foto que veis la tengo colgada en la cabecera de mi cama. Es una imagen inquietante. La mosca inquieta, está como aguardando que alguno de los pollos se muera. Normalmente de cada pollada sólo salen adelante el mayor y el siguiente de los pollos. Los pájaros ponen más huevos de los que pueden sacar. En caso de que el año sea excepcionalmente bueno pueden sacarlos todos adelante, sino lo que ocurre es que tienden a alimentar a aquel que abre más la boca. El pollo menos alimentado va perdiendo fuerzas y muere antes de salir del nido.

La política de recursos humanos en ciencia sigue este tipo de esquema. Se acepta en los laboratorios a más becarios de los que el sistema puede mantener. Poco a poco acaban arrinconados y expulsados del sistema. A los que sobreviven poco a poco se instalan en su particular zona de comfort y repiten el esquema con nuevos becarios. A los becarios no beneficiados por la fortuna ¿Les quedará alguna estrategia alternativa? ¿Podrán aprender del cuco en propio beneficio ya que otros se le han negado?

Erasmo de Rotterdam escribió “Elogio de la locura”. Un fantástico ejercicio de ironía en donde se nos muestra esos perfiles estúpidos y pagados de si mismos que ocupan posiciones de poder. A simple vista sus comportamientos no son en absoluto racionales y productivos, si, pero son felices en su ejercicio del poder. ¿Estamos locos? Se debía preguntar Erasmo. Pues si esa es la locura entonces elogiemos la locura. Pero ¿Es que son comportamientos ridículos? Ya, pero quizás en esa ridiculez, en esa capacidad de jugar a un juego que no es el del puro raciocinio lo que permite a estas personas estar donde están.

El cuco es un pájaro observador. Observó la dedicación paternal en el cuidado de la prole de otros pájaros. Pero, olvidémonos del animal en si y pensemos en él como un genoma. Un conjunto complejísimo de genes que pudo dar lugar a la decisión de dejar que otro genoma se encargase de llevar adelante a su prole. ¿Cuándo decide el cuco dejar su huevo en nido ajeno? ¿Hay cierta constatación de que hay pájaros con un sentido paternal mayor que el suyo?.

Hay algo de grandeza en la decisión del cuco. Al dejar sus huevos en otros nidos le da a cada uno de ellos las mismas oportunidades de salir adelante en la vida. La misma oportunidad de “cagarla”  porque si elige mal los padres adoptivos sus pollitos no llegarán a emprender el vuelo a África. En el caso del cuco no hay un hijo primogénito. Todos los huevos tienen la misma oportunidad de salir adelante. Dependen del buen juicio de sus madres para escoger aquellos nidos en los que eclosionar.

Este bebé cuco cuando eclosiona se esfuerza en eliminar los otros huevos del nido. No ha aprendido a hacerlo. Es un comportamiento instintivo que está inscrito en sus genes. Lo mismo ocurre cuando el polluelo adquiere su capacidad de volar, en ese momento vuela hacia África por si mismo. Pensad que muchos de sus padres adoptivos no son pájaros migratorios.

Genomas que deciden explotar “habilidades” de otros genomas en beneficio propio. Lo mismo ocurre con Wolbachia y sus virus que le confieren la capacidad para manipular las células sexuales de los artrópodos que parasitan. Tres genomas compartiendo destino: virus, bacteria y artrópodo. En el caso de los virus es fácil: los pobrecitos no son capaces de vivir por si mismos. Pero ¿Por qué se vuelven parásitas las bacterias o los cucos?. Puede parecer locura, pero seguro, como sospechaba Erasmo, había alguna verdad oculta que se nos escapaba y a la que, siendo ignorantes de sus mecanismos, sólo somos capaces de tratarla con la ironía o con el humor.

La hembra de cuco se divide en gentes, donde cada población favorece a una particular sp. parasitada pues su postura imita color y patrón de manchas de esa especie. El patrón de color es inherente a la hembra solo, sugiriendo que lleva el cromosoma sexo-dependiente W (las hembras son WZ, los machos ZZ). Muchos cucos noparásitos ponen huevos blancos.

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